Malpaís: Terreno árido, desértico e ingrato; sin
agua ni vegetación; por lo común cubierto de lava.
FRANCISCO J. SANTAMARÍA,
Diccionario de mejicanismos
Ayer el aire se limpió de pronto1
y aparecieron las montañas.
Siglos sin verlas. Demasiado tiempo
sin algo más que la conciencia de que están allí circundándonos.
Caravana de nieve el Iztaccíhuatl.5
Crisol de lava en la caverna del sueño,
nuestro Popocatépetl.
Ésta fue la ciudad de las montañas.
Desde cualquier esquina se veían las montañas.10
Tan visibles se hallaban que era muy raro
fijarse en ellas.
Sólo nos dimos cuenta de que existían las montañas
cuando el polvo del lago muerto,
los desechos fabriles, la ponzoña15
de incesantes millones de vehículos
y la mierda arrojada a la intemperie
por muchos más millones de excluidos
bajaron el telón irrespirable
y ya no hubo montañas. Pocas veces20
se deja contemplar –azul, inmenso– el Ajusco.
Aún reina sobre el valle pero lo están acabando
entre fraccionamientos, taladores y, lo que es peor, incendiarios.
Lo creímos invulnerable. Despreciamos
nuestros poderes destructivos.25
Cuando no quede un árbol,
cuando ya todo sea asfalto y asfixia
malpaís, terreno pedregoso sin vida,
ésta será de nuevo la capital de la muerte.
En ese instante renacerán los volcanes.30
Vendrán de lo alto el gran cortejo de lava.
El aire inerte se cubrirá de ceniza.
El mar de fuego lavará la ignominia,
se hará llama la tierra y lumbre el polvo.
Entre la roca brotará una planta.35
Cuando florezca volverá la vida
a lo que convertimos en desierto de muerte.
Soles de lava, astros de ira, indiferentes deidades,
allí estarán los invencibles volcanes.
Pacheco, José Emilio. "Malpaís." Tarde o temprano: poemas 1958-2009. 1. ed. Barcelona: Tusquets Editores, 2010. p. 289-90.
Primera edición en: Pacheco, José Emilio. Los trabajos del mar. México: Ediciones Era, 1983.