A las termitas dejo su señor:
Derribad esa casa.
Y llevan no sé cuántas generaciones
de perforar, de taladrar sin sosiego.
Hormigas blancas como Mal inocente,
esclavas ciegas y de incógnito:
dale que dale en nombre del deber,
muy por debajo de la alfombra,
sin exigir aplauso ni recompensa
y cada cual conforme con su trocito.
Millones de termitas se afanarán
hasta que llegue el día en que de repente
el edificio caiga hecho polvo.
Entonces las termitas perecerán
sepultadas en la obra de su vida.
Pacheco, José Emilio. "Las termitas." Tarde o temprano: 1958-2009. 1 ed. Barcelona: Tusquets Editores, 2010. p. 335.
Primera edición en: Pacheco, José Emilio. Miro la tierra: poemas 1983-1986. México: Ediciones Era, 1986.