En la costa se afirma que los cangrejos
son animales hechizados
Son seres incapaces de volverse
a contemplar sus pasos.
De las tercas mareas aprendieron5
la virtud del repliegue, el ocultarse
entre rocas y limo.
Caminantes oblicuos,
en la tenacidad de sus dos pinzas
sujetan el vacó que penetran10
sus ojillos feroces como cuernos.
Nómadas en el fango y habitantes
en dos exilios:
extranjeros
ante los pobladores de las aguas15
y ante los animales de la tierra.
Trepadores nocturnos,
armaduras errantes,
hoscos, pétreos, eternos fugitivos,
siempre rehúyen de la inmortalidad20
en imposibles círculos cuadrados.
Su frágil caparazón
incita al quebrantamiento,
al pisoteo…
(Hércules vengó así la mordedura25
y Juno que lo envió en misión suicida
para retribuirlo situó a Cáncer
entre los doce signos del Zodíaco
a fin de que sus patas y tenazas
encaminen al sol por el verano,
30
—el tiempo en que germinan las semillas.)
Se ignora en cuál momento dio su nombre
a ese mal que es sinónimo de muerte.
Aun cuando termina el siglo veinte
permanece invencible35
—y basta su mención para que el miedo
cruce el rostro de todos los presentes.
Pacheco, José Emilio. "Discurso sobre los cangrejos." Tarde o temprano: poemas 1958-2009. 1. ed. Barcelona: Tusquets Editores, 2010. p. 93-94.
Primera edición en: Pacheco, José Emilio. No me preguntes cómo pasa el tiempo: poemas, 1964-1968. México: Joaquín Mortiz, 1969.