(A varias voces.)
En el corazón de nuestras montañas donde la vieja selva
devora los caminos como el guás las serpientes
donde Nicaragua levanta su bandera de ríos flameando entre tambores
[torrenciales
allí, anterior a mi canto
anterior a mí mismo invento el pedernal
y alumbro eli verde sórdido de las heliconias,
el hirviente silencio de los manglares
y enciendo la orquídea en la noche de la toboba.
Llamo. Grito. ¡Estrella, ¿quién ha abierto las puertas de la noche?
Tengo que hacer algo con el lodo de la historia,
cavar en el pantano y desenterrar la luna
de mis padres. Oh! ¡Desata
tu oscura cólera víbora magnética,
afila tus obsidianas tigre negro, clava
tu fosforescente ojo ¡allí!
En la médula del bosque
500 norteamericanos!
Vienen marchando.
Cantan entre sotocaballos y ñámbaros
Cantan al paso y caen
desde las altas copas las últimas lunas nicaragüenses.
(Rojas lapas hablan lenguas locas.)
En el corazón de nuestras montañas 500 marinos entran con ametralladoras.
Oigo voces.
Tú ngala del sapo
Túngala
ngala Tú
Andrés Regules —"tu escopeta era prohibida"—
Ahora cuelgas del manglar.
Orlando Temolián
Fermín Maguel (túngala, túngala).
Acripena, su esposa (todos mískitos)
más altas que las palmeras las llamas del caserío.
Quinientos norteamericanos hacen la guerra.
Los árboles tienen su fruto en secreto.
Oigo voces
Tú ngala
ngala Tú
Los niños en los pipantes
navegan huérfanos.
Pero hemos dicho que la selva es un viejo animal sobre la tumba de
[nuestros muertos
Hemos dicho que en el árbol de la noche el silencio empolla gavilanes
[furiosos.
Oigo voces.
Túngala, grita el sapo
Túngala,clama el sapo-buey
Top, top, top, atestigua la iniquidad
el gran pájaro del sotocaballo.
Y vemos llegar al Pálido,
al Ojeroso-del-Alba con sus nubes de mosquitos zumbando y saliendo de
[las cuencas de su calavera
Y oímos sonar sus diminutos clarines
de pantano en pantano.
Ah, vosotras!, neblinas húmedas
—grita—. ¡Ah!, nubes húmedas
nubes de inextinguible estridencia
Finas espadas de la fiebre
Anófeles
ínfimas águilas del pequeño escudo pisoteado
"e plúribus unum"
¡ Ah!
…presenciamos
el retiro precipitado de 500 norteamericanos
pálidamente derrotados
quemadas las sangres por la última llama del rancho de Acripena,
temblando el frío de la muerte Andrés Regules,
el frío de la muerte de Orlando Temolián,
de Fermín Maguel (todos mískitos)
500 norteamericanos van huyendo,
maláricos
rastros perdidos de pantano en pantano
delirantes
Túngala
Tú ngala
El gran sapo salta, compadre,
La lluvia llama otra vez.
Oigo voces: las arañas azules
tejen una nueva bandera virgen.
Anterior a mi canto
anterior a mí mismo,
en el corazón de nuestras montañas
donde invento el pedernal y alumbro
bajo el verde sórdido de las heliconias
bajo el hirviente silencio de los manglares
sus blancos huesos delicadamente pulidos por las hormigas.
(A lamicamba.)
Cuadra, Pablo Antonio. "Poema del momento extranjero en la selva." Poemas nicaragüenses. Santiago: Editorial Nacimiento, 1934.