Ábrete Sésamo.
Ábrete la blusa Salomé.
Este viento cálido
evoca tiendas de beduinos en el desierto
danzas de vientre
senos altos y filosos
como cuchillos
en la mirada de los hombres.
Desde el desierto de Mojave
se deja venir el Siroco
migrando hacia el mar en la tarde.
Ya no hay donde esconderse
del aire que lame los dinteles
y levanta un alarido de papeles
—gaviotas efímeras que se desploman
sobre la madera del piso—
No basta que el día haga mutis por el centro
del atardecer.
Hasta la lámpara del escritorio refulge agresiva
mientras entierra los dientes blancos en mi rodilla.
De nada sirve el largo baño
el cabello chorreado
el leve traje.
El desierto ha ocupado mis fosas nasales
y en el esternón me crecen dunas y cactos.
Belli, Gioconda. “El siroco.” Mi íntima multitud. Madrid: Visor Libros, 2003. p. 87.