Aquí en este pueblo que no está en los mapas
se hizo la luz en la oscuridad de un cuarto.
Las aguas se separaron de las aguas. El aire
que corría por los montes le infundió aliento vital.
Aquí donde las lumbreras mayores comenzaron
a señorear el día y la noche, los ojos se miraron
en la soledad de un lecho, y su fulgor ignífero
encendió las arterias del ser prefigurado.
Aquí donde el primer instante olió a seno
y manos de mujer, a sábana fresca,
higo maduro y lluvia en la pared,
vislumbré la sonrisa infinita de la luz.
Aquí en Contepec, lugar entre cerros y llanos,
situado a una altura de 2481 metros sobre el nivel
del mar
los océanos de la tierra nacieron detrás de una
ventana,
y la ballena, la tortuga y la mariposa volaron bajo un
techo.
Aquí en los brazos de una mujer pisando quedo,
la palabra fue proferida por primera vez. Las piedras,
los árboles, los seres y las calles tuvieron voz y
nombre.
El pájaro de la poesía cantó dentro de mí.
Aridjis, Homero. “Génesis.” Poemas solares: Solar Poems. San Francisco: City Lights Books, 2010. p. 242.