1
Aquel que era la imagen de la lluvia
ya no hace caminos en la selva,
los discos de oro de sus ojos
ya no rutilan.
Bajo el sol de la mañana
no se le ve recorrer en un tronco
el Río de los Monos.
Su piel solar es un tapete.
El corazón del monte ya no lleva
manchas negras y blancas en su pecho,
ni de sus fauces ígneas sale la vírgula
de la palabra que nombraba las cosas.
Su grito mudo
retumba
en mi extinción.
2
Triste jaguar de las mitologías,
que al devorar al Sol se devoró a sí mismo,
que al convertirse en Tierra devoradora
devoró su sombra en el cielo nocturno.
Dios huérfano del inframundo,
que al seguir los senderos del hombre
fue engañado por sus máscaras
y cayó en sus trampas.
Pobre jaguar de los esplendores,
en su piel llevó la muerte.
3
Antes de la palabra
cuando en las entrañas de la noche
aún no había ave
ni árbol
ni pez
ni río
ni sol
en el cielo nocturno
maullaba
el jaguar
4
El jaguar que se fue
viene en camino
el jaguar que volvió
todavía no llega
el jaguar de los dos
dentro de ti
desde fuera me mira
5
Nuestros cuerpos
dos jaguares solares
enfrentados en la noche
acabarán desgarrados
en el alba total
Aridjis, Homero. “El Jaguar.” Poemas solares: Solar Poems. San Francisco: City Lights Books, 2010. p 48.