Ecopoesia

Lo que se debe hacer

Javier Dávila Durand

Aquel que desprenda un árbol de la tierra, 

que lo desvincule del conjunto de otros árboles, 

que lo elimine del paisaje 

arrasándole la entraña de savias, 

que le destroce 

y haga leña de él 

y humo fatal contra el organismo del Cosmos, 

entonces ya sabemos lo que se debe hacer: 

¡colgar el árbol del cuello del arboricida! 

 

Si éste mismo arranca una planta inocente 

o le mutila las ramas 

o empequeñece de un corte su tamaño, 

si le rompe o le hace astillas o lo quiebra 

como el brazo a un niño, 

si le despedaza la columna que le hace atarse a la luz, 

entonces ya sabemos lo que se debe hacer: 

¡despellejémosle al bárbaro la planta de los pies! 

 

(El agitado viento de los temporales zamaquea con rigor 

el enhiesto universo del monte 

y el conventual silencio de sus dioses. 

Dobla a los árboles como hundiéndolos 

en el abismo del amén. 

Pero el desbordado entusiasmo del ramaje explica 

la fiesta inesperada y su inusitado regocijo. 

¿Y las aves? El templo del monte las refugia). 

 

Y otra vez el sujeto 

-el de cada día en su multitud desaforada- 

aplicando el punto irracional de sus ojos, 

revisa el árbol de frutos que encienden el ramaje 

o la palmera más alta que no puede alcanzar  

ni con su piedra de recolector. 

Lo fácil de inmediato comparece de luz oscura. 

El hacha que degüella acaba con su altura y esplendor. 

Este, apresurado como otro funcionario del bosque, 

le despoja incluso el alma 

resguardada en las semillas precursoras. 

Entonces ya sabemos lo que se debe hacer: 

¡oremos para que un rayo furibundo  

le incendie la conciencia de papel higiénico!. 

 

 

 

Dávila Durand, Javier. “Lo que se debe hacer.” La jungla de oro. Iquitos: Tierra Nueva Editores, 2008. p. 15. 




Comment Box is loading comments...