Ecopoesia

El Nagara

Javier Dávila Durand

Amo los ríos seculares 

y aquellos prolongados en la intimidad 

y en el vientre vigoroso de la tierra. 

A la sombre de un río,  

el anónimo silencio devastado 

y toda la explosión del Universo 

en su corriente. 

 

Amo los ríos infinitos, 

y sin embargo 

no está más cerca de mí el Nagara,  

río forjado del rigor de las piedras, 

pero lo siento abarcándome, 

corriéndome, 

forzándome 

en las venas 

la sangre del sol de la tarde. 

Fieles montes riegan dos orillas, 

y por la escritura del paisaje sé 

de Dioses más antiguos 

que el grafismo 

y de espíritus mayores 

en el canto de alba del hoohokekyoo. 

El viento pasea mi lenguaje fluvial, 

y en las alas de este colibrí 

entretenido 

en la flor del ciruelo,  

se da la arrebatada Primavera 

El colibrí bebe la alegría 

de mis ojos.  

La bebo yo en los del ave. 

En mis ojos el Nagara traza 

su  

rumbo.  

 

 

 

Dávila Durand, Javier. “El Nagara.” Cerezo de alba sobre la pagoda. Iquitos: Tierra Nueva, 2003. p. 31. 




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